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Mostrando entradas de septiembre, 2009

Un momento, una lágrima

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Una lágrima cae sutilmente por su mejilla. Se dibuja una sonrisa mientras llora y relucen los dientes que hace ya meses no veían la luz. Quizás un gesto irónico, una mueca forzada. No lo saben sus pupilas que no la alcanzan a ver. Golpea una piedra desconsolado. Recorre el amanecer en busca de una esperanza. Sangra, sólo sangra con sus nudillos adoloridos. Pero el silencio se mantiene, las ramas lo rasguñan y el tan sólo puede oír el graznido de su respiración. Quizás una esperanza banal, una pena inventada en un mundo irreal. En vano grita al cielo sus quejas y disgustos. El sol se va por la puerta trasera, no quiere prestarle atención. Recordemos un pasado gris, un presente rojizo y un futuro negro. Hoy el astro no vino a trabajar, falta eficiencia incluso en él. Quizás problemas terrenales, utopías intrascendentes. La razón no tiene cabida en el desconsuelo. Y, a pesar de todo, la lluvia cae al suelo y cesa el lapso inclemente. Se para. Camina derecho y se detiene a pensar: uno, do

Música en las emociones y el actuar humano

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“Dejadme hacer las canciones de una nación y no me preocuparé de quien haga sus leyes” (Platón) Frente a las palabras de Platón debemos preguntarnos hasta qué punto influye la música en el actuar humano. Y no sólo en su actuar sino que también en sus sentimientos, en sus pensamientos y en su vida en general. Si bien el filósofo confiaba en que la música podía incluso esquematizar la conducta humana (según la cita ni siquiera se preocuparía de las leyes si lo dejaran componer su música) en mi opinión no puede llegar a tal nivel. Pero sí puede llegar a afectar los sentimientos: conmover, producir rabia o melancolía alterando el estado anímico de un individuo y es precisamente dicha tesis la que me propongo desarrollar: La música es capaz de modificar el estado anímico de una persona causándole distintos sentimientos según qué música sea. “La música es el arte más directo, entra por el oído y va al corazón.” (Magdalena Martínez) El ser humano es incapaz de controlar sus sentimientos, la

Desvarío I

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Quizás, cuando llueva no temeré. Seré una hoja al viento, una brizna de pasto en medio de una tormenta. Pero hoy es tarde, la noche ya se cansa y yo aún sigo sudando, sigo mordiéndome las uñas sin poder deshacerme de la incómoda sensación que atenaza mis sentidos. A veces, cuando tomo un café caliente siento que no es mi culpa. En el fondo yo lo sé, mi nostalgia no es más que una fantasía erótica de la cual disfruta mi hombro izquierdo. Pero... ¿es o no la vida un dulce amargo? Quizás una guinda con sal. Ayer le di mis condolencias a una triste flor. Es duro tener que perder los brazos para que una mujer sepa si es amada. Ilusa ilusión, todavía no encuentra donde sentarse a descansar. Tiene una difícil tarea con nosotros. Mañana me di cuenta. En dos días más supe que tenía que irme. Mientras ayer beberé mi olvido, años más adelantes sentí que me ahogaba, aún no me doy cuenta que no respiro, aún no percibo el olor a salitre empapando mis ropas, el humo negro que no perdona. No importa..

Vicente

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-Vicentito, Vicentito, ¿No te lo dije? Tres años bastaron para que se hiciera realidad toda una red de imposibles, para que el fin del calendario maya llegara en forma adelantada haciéndonos creer que la única manera de escapar era la incoherencia. Él era un niño muy normal. Un ejemplo de niño, un súper niño. Bueno, casi niño pues con cuarenta y ocho años de edad seguía viviendo en casa de su madre sin poder cortar sus amarras y volar libre. Era gay desde los trece y pese que lo vieron seis psiquiatras, dos neurólogos y cinco psicólogos, nada lo había hecho cambiar: tenía desde pequeño en su interior una mujercilla. Siempre le había gustado vestirse con ropa suelta. Yo lo conocí un día en el supermercado cuando me sentí fuertemente observado en el momento que me agaché a recoger un paquete de papas fritas que se me había caído (desde dicha ocasión no me agacho sin doblar las piernas). Cuando volteé lo vi ahí, firme y descarado, sin pelos en los ojos, observando mi trasero. “Bonito t