Sentimientos

En tres notas puedo expresar el mundo. Un piano y una gaita me sumergen en una historia de amor sin palabras, sin imágenes. Es una historia de sensaciones, una vida de escalofríos y nudos en el estómago. Desenrollan un pergamino de emociones, de experiencias, de culpas, de peleas y reconciliaciones. Una palabra puede expresar una vida: melancolía.

A veces hay tantas cosas que expresar y es tan difícil. Tantas cosas que decir para las cuales es imposible encontrar palabras. Dichas ocasiones el sonido las suple, la voz se torna violín y mi vida vuela en busca de una composición hermosa que pueda acompañarme. Quizás nadie lo entienda, quizás una masa de sonidos terroríficos sea mi paraíso, pero ellos son capaces de expresarme las sensaciones impronunciables.

Con un sonido y un escalofrío intento escribir versos, no resulta. ¿Un cuento? Tampoco. Pero me doy cuenta de algo, como yo mismo enuncié: “¿Para qué inventar? Estaba claro: podía contar cualquier cosa y sería un cuento.” Y resulta. Desahoga.
Entonces lo entiendo. Escribimos para vivir, componemos para llorar, pintamos para gritar, tocamos para hablar. El arte suple nuestra necesidad de libertad, de aquella libertad inaudita e imposible, aquella rebeldía que desea desaparecer, disolverse en un universo de sensaciones, sin racionalidad, sólo con amores.

Y a partir de un sueño. Una irrealidad que hace que los cimientos de mi ser comiencen a pensar. ¿Cómo sería todo si dicho sueño sucediera? La única manera de liberar mis sensaciones es escribiendo un disparate y escuchando música. Tal vez componga, tal vez logre un par de versos. Lo que sea, podré mostrarlo, a alguien le llegará en su momento, a otros, les importará un rábano.

Un trino de golondrina puede llenar de amor un corazón.
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