Confesión

Con este cuento participé en el concurso de literatura de Juventud Providencia del año 2010, quedando en segundo lugar de la categoría A.


Sí, yo le robé a la señora, yo la golpeé y yo me llevé su dinero. ¿Si estoy arrepentido? No, jamás lo estaré. ¿Para qué estarlo? Al final el resultado va a ser el mismo, el juez no va a minimizar mi pena por arrepentirme, sólo servirá para la opinión pública que bien poco me interesa. De lo que sí me arrepiento es de no haber corrido más rápido para que no me atraparan, de eso sí que me arrepiento. ¿Por qué lo hice? Hay dos respuestas, una larga y una corta. La corta es simplemente porque ese es mi trabajo, tenía que llegar con la plata a mi casa. La larga se la puedo resumir en pocas palabras: desde que nací no he visto una buena situación económica, mi madre trabaja en un departamento en el centro de prostituta mientras que mi padre ejerce mi mismo oficio… ¿Qué si lo delataría por unos años menos? Está loco, la lealtad de sangre no se infringe, quizás si me fuerais a matar lo delataría, por suerte en este país ya no existe la pena capital. En fin, mi padre me enseñó cómo robar y salió conmigo las primeras veces. Luego, ya no era tan amistoso como al principio, se me exigía un monto diario y usted imaginará lo que significa llegar sin lo que quiere un viejo borracho. Desde ahí, lo único con lo que me ha premiado es cuando una vez a la semana me lleva donde las chiquillas y me paga la entrada, el resto de los placeres tengo que pagármelos yo recortando un poquito de lo que consigo, no es necesario entregarle todo si tengo sobre lo que me pidió.

¿Por qué me confieso? Esa es una pregunta ridícula que no esperaba oír. Por que cometí el delito, claro está. No necesito esconder lo que hago, el médico salva personas, el arquitecto diseña edificios y el ladrón roba, no hay más vuelta que darle. Quizás no necesité los mismos años de estudio o mi profesión no se considera tan digna como la de ellos, pero lo que sí puedo decirle es que es tan o más antigua. Robar vino con el ser humano, es un instinto que ahora hemos aprendido a guardar. Desde tiempos inmemoriales que intentamos perjudicar a los que se encuentran en una mejor posición que nosotros para beneficiarnos, somos, como raza, unos egocéntricos sin remedio, egoístas. Yo, lo que hago, es sólo seguir un camino inevitable, algunos de mi barrio decidieron vender parche curitas en a micro, yo prefiero robar, es más extremo y peligroso pero a la vez es muchísimo más lucrativo. Como le decía, el hombre, tan sólo por su condición de hombre, buscará beneficiarse, sin importar las medidas que deba utilizar.

¿Si me disculparía con la señora? Eso quizás lo podría considerar. Pero estoy seguro que su pequeño mal rato ni siquiera se compara a lo que pueda vivir yo. Quizás le duelen un poco los moretones que le dejé, pero fueron parchados por diestras manos en la clínica, en cambio los que me dejaron las lumas no me los borrará más que el tiempo, además ella puede haber perdido cincuenta lucas en lo que le saqué, pero con un día de trabajo su marido le dará, para consolarla, una tarjeta de crédito ilimitada con la que podrá ir feliz al mall mientras que yo sólo veré ese dinero cuando me muera y pueda observar el mundo desde arriba. Con lo que ella se gasta en una tienda yo podría haber ido al colegio un año y haber comido por dos, con lo que ella gasta en el colegio de una de sus hijas, yo podría haber crecido dentro de mi casa sin necesidad de salir a robar. ¿Si me disculparía? Claro que sí, pero la verdad es que no es mucho el remordimiento que siento por haberla asaltado. No soy Robin Hood, pero tampoco soy un asesino o un violador, soy sólo un niño que roba para comer y financiar, inevitablemente, las borracheras de mi padre.

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Comentarios

  1. Hola Guridi. Mirando fb vi tu blog y de todos los escritos que he leído hasta ahora en tu blog, este es el que más me ha gustado. No sabía que tenías tanto talento para escribir.
    Saludos de una niña preu de por ahí!

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