Sin Color

Quizás todo sería perfecto sin ti. No tengo miedo a decirlo. No tengo miedo a taparte de versos de odio o poemas de amor. Sólo sé que hoy es un día difícil, ayer... no recuerdo y quizás mañana empeorará. Pero es hoy cuando decido: nunca más quiero pensar.

Me duele la cabeza. Ayer me acosté tarde pensando, reflexionando sobre la nota que me dejaste en la puerta. Aún no he decidido si debo llamarte, quizás no sea el momento preciso... pero mañana puede empeorar. No. Es imposible.

Cuando me dijiste buenas noches dejé de vivir. No hay peor deseo que el de desaparecer. No hay peor vicio que desear un buen viaje. Mejor no desees, no me hables, no me mires, no me escribas, no me leas, no me beses, no me dejes, no me abraces, no, no, no, no... ¡DETENTE!

Estaba pensando, como decía, que quizás todo puede ser más fácil. No te llamaré, no quiero hablar con la secretaria. Pero todavía te puedo ir a ver. El facultativo me recetó dos gotas de “Patientia” y un chorrito de “Amore a la vena”. Pero son remedios difíciles de encontrar. Hay tanta seguridad en tu casa. Por suerte tu criada nos entiende y me viene a dejar tus notas. Aunque aveces pienso en matarla, me agobias.


No más. Por favor no sigas. Me haces mal, me haces daño. Y, sin embargo, no puedo prescindir de ti. Eres un bien dispensable que me es indispensable. No quiero verte pero deseo sentirte, no quiero tenerte pero deseo que me abrases con tu pasión.

Que descuidado. No me acordé de apagar la cocina a tiempo y se quemó mi tostada. Otra vez tendré que rasparla, no sé donde está hoy mi cabeza. Me horrorizas, siento como si mi corazón respirara en vez de latir, no tiene sentido. ¡Pamplinas! Debo recordar lo que me recomendó el psicólogo: “no te agites, sólo respira...”. Recuerdo que se aterrorizó cuando caí de bruces sólo respirando. Envidio a los pacientes que entienden, yo nunca he sido muy brillante: si me dicen respira, sólo respiro.

Respira, respira hondo. El oxígeno de hoy es veneno mañana, nuestro amor matutino es odio nocturno. Si vienes, no llegues tarde. Si te vas, no te vayas temprano.

Pasito a pasito. Uno, dos, tres, cuatro, alto, derecha. Uno, dos, tres, cuatro, alto, izquierda. Uno, dos, tres... llegamos. Abre los ojos y dime que ves. Frío, frío, caliente. ¿Lo conocías? Supuse que no.

Una sola palabra: bello. Gracias.

Te daré una sorpresa. Hoy iré, lo he decidido. Espérame en el sauce, pero no llores. Ojalá no se entrometa nadie, quiero llegar de improviso. Tengo una lágrima en mi pestaña derecha hace mucho tiempo, un pelo compungido y un zapato desabrochado. Sólo necesito que me des vida, que, con un recuerdo enciendas el brillo que alumbra tu rostro y alimenta mis dientes.

A las cinco y media no te verán. Corre, corre.

A veces pienso que no existes. Quizás te imagino en un delirio de soledad, en un bochorno infinito que me produce la calefacción de mi dormitorio.

Como dijo Calderón: “¿Qué es la vida?, una ilusión, una sombra, una ficción”. No te aflijas, confía en la congoja y la pena.


No sigas. Por favor, no sigas. Temo recordar, temo olvidar. Me horrorizas. Ayer me salté la vía normal, utilicé una paloma. Espero te hayas percatado y que no te moleste, no quería que ella nos viese. Mis ojos ya no te pueden ver, sólo quiero sentirte. El espejo ya no me responde de la misma manera. El ayer se me olvidó y el presente no lo reconozco. Arrugas. El amanecer me causa hastío, es una repetición aburrida y sin sentido alguno. Por otro lado, la noche me da miedo, la oscuridad me aplasta y mi figura cambia. Paso de ser un espectro a una sombra y mi palidez se torna morena. Y la luna, aquel queso enorme que es devorado lentamente a medida que pasa el mes. Ella sí que es aterradora.

Shhhh. Duerme ahora, no hables más. Toda vida tiene su noche y su muerte. No te diré buenas noches, no tiene sentido, pero si aplaudiré al amanecer. Quizás te asquee pero es una esperanza. Quiero salir a verlo, ir a la playa por un día. No te aflijas, no sufras, sólo cúbrete de arena y espérame.

Es difícil. No lo entiendes. Quizás, como dijiste, todo sería perfecto sin ti. Pero hoy, hoy es contigo y ayer no recuerdo. Mañana no lo sé, sólo le tengo miedo, no quiero que llegue lo impostergable. Recuerdo, recuerdo, pero el olvido es más fuerte. El ayer ya fue, el mañana no es y el presente no existe. ¿Dónde estás?

Ya no lees, eso me entristece. A veces pienso que tú deberías estar aquí, tú ser la cursiva. No entiendes, te amo y aún así no entiendes. Podría vivir sin ti, dejar de escribir, pero no quiero, no puedo. Ayer no existes, presente te escribo, mañana... ya veremos. Quizás sea lo mejor.


Una sola verdad.


Miento. No puedo reír. Es una tristeza sin sonrisa, sin llanto, sin camisa. Es una congoja sin reproches, sin sueños, sin noches. Benditas tribulaciones, recuerdos socarrones, olvidos oportunos.
Declaro que es inútil. Me declaro inútil, inservible, inutilizable. Es un dolor que no duele, una vida sin sabor con noches en vela, días de siesta y horas de oración. Te tengo, te tenía, mañana no sé. Ayer no existe. Hoy... trabajo, escribo, escucho, pienso, te pienso.

No sigas.

Y me detienes, utopía. Si no existieras escribiría con fuerza. Si fueras tan sólo una quimera te podría amar. Pero no, no puedo, no hay palabras. Me corto mis muñecas y me desangro. Las palabras escapan a borbotones, no entiendo ni quiero, todo es más hermoso sin medida. Un juramento con los dedos cruzados, pero si mi alma está derecha debes creer. No sé nada, pero te conozco. No tengo nada, pero poseo mi fuego.

Lloraré.

Y el mundo caerá a tus pies. Los árboles intranquilos se doblarán y el Sauce quedará sin hojas. Espérame, no llores. Quizás debemos recordar. Sé que no existe, pero por ti lo puedo crear. Amor no hay, dolor tampoco. Sin blancos, sin negros, sin grises: un transparente desesperado.

Una vida en quimera, un encierro en ilusiones, un castillo sin su almena, una guitarra sin canciones.

Una nota al viento. Una pincelada al aire. Hoy entraré, aunque no pueda salir. No hay ayer, no existe el presente, sólo un mañana que se dibuja lentamente.

Juntos en la alcoba, al menos una vez. Te recuerdo de blanco, ahora tendrás tu pijama a rayas. Trocarás tu delantal por la camisa de fuerza y tus conocimientos por la locura en la que te he sumergido. Quizás todo sería perfecto si no me hubieras conocido. Todo sería un sueño si no nos hubiésemos topado. Pero aquella tarde en el sauce del psiquiátrico, cuando un médico inexperto curó a su paciente, el mundo perdió el color para ambos.

Sin locura no existo, sin ti, existo sin color.

Y sin colores te recibo en el pabellón.

Ayer, no lo recuerdo. Hoy se me olvida y mañana viviré. No sé bien, pero al menos encontré un pincel.

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Comentarios

  1. esta bueno, sin embargo por pasajes se vuelve un poco plano y se pierde el hilo de lectura...
    pa la otra intenta trasmitir de manera mas desgarradora los sentimientos, intenta con versos mas desolados...

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